Realmente lo tenía hasta la madre. Había sido una de esas personas que, al conocerlas pensaba uno "Hay algo que no me gusta, no se que es, pero algo tiene." De inicio trató de no tener problemas con ella, al ser compañera de trabajo podría ser un inconveniente. Alguna ocasión la escucho hablar sin querer con una amiga, hablaban de alguien que el conocía y rápidamente dedujo de quién y de que se trataba la plática, no le dio mucha importancia, no tenía caso, pero ese hecho le ayudo a conocer mejor que tipo de persona era y a entender ese algo que no le gustaba de ella. Con el tiempo comprobó su teoría: La hipocresía. Era una de las personas más hipócritas que jamás había conocido, aún así, trataba de que no le afectara, recordando siempre aquel viejo dicho que un sabio le confió alguna vez: "Tener conflictos con alguien del trabajo es lo peor que te puede suceder, evítalos a toda costa." Y bajo esa tutela se manejó durante poco mas de 2 años, claro, hubo fricciones mas de una vez por trabajar directamente, pero en él siempre cupo la prudencia, fue mas inteligente y llevó la fiesta en paz, ella era una persona muy pesada, en toda la extensión de la palabra y del ser. Finalmente llegó el día en que ella cruzó la línea, en que fue demasiado imprudente y que bastó para desatar un odio de su parte, un odio incomprensible, inimaginable y mundano, que la comenzó a consumir poco a poco. Un buen día de aquel verano de aquel año, a el se le ocurrió salir con cierta persona que ella conocía, era una simple salida de amigos, pero ella se lo tomó tan personal y de una manera tan burda, que a partir de ese día ella se dedicó a odiarlo hasta el último día de su vida. Se dice que del odio al amor hay solo un paso, en esta ocasión podría haber sido al revés, ella, al darse cuenta que lo amaba y que él se había fijado en otra persona cercana a ella, decidió pasar del amor al odio, del gusto al desprecio y de la envidia al rencor. Comenzó a involucrar a mas gente a su alrededor en esa campaña en su contra, a fastidiarlo, a cansarlo, a atacarlo de todas las maneras posibles, lo hizo durante semanas, meses y años, tiempo en el que él soportó toda clase de calumnias, ataques, sabotajes, chismes, blasfemias y difamaciones, en alguna ocasión incluso un intento de ataque físico, que a poco estuvo de convertirse en algo fatal. Tras unos años de tanto odio, él, por situaciones de la vida salió de su entorno, de su círculo cercano, y todo ese odio que ella tenía hacia el, fue su felicidad, pobrecita, con tan poco era tan feliz, había esperado por ese momento cerca de 5 años y finalmente, con o sin ayuda, premeditado o no, planeado o no, el hecho sucedió y su felicidad había llegado. Era tan agría y amarga, que la desgracia de alguien mas era su felicidad, pero, para su mala fortuna, ese alguien mas no era cualquiera, era alguien que sabía mucho acerca de ella, era alguien que sabía perfectamente lo que había sucedido en los último 5 años desde que su odio comenzó, era alguien que no le convenía tener de enemigo, a pesar de que ella se había referido a él como tal 4 años atrás, era alguien que la conocía de 7 años, y que era suficiente para que el decidiera que alguien tenía que pagar por todo lo que había sucedido, que alguien pagaría los platos rotos, y quien mejor que quien lo consideraba un enemigo y quien le había tratado de hacer la vida imposible los últimos años. Así, finalmente, después de tanto tiempo, esa línea habría de ser cruzada y tomaría venganza de una vez por todas, además, no tenía nada que perder, y tanto se había guardado, que esta vez no habría misericordia, esta vez se cobraría una a una, ojo por ojo y diente por diente.
No había mucho que planear, la vida de su víctima era tan cotidiana, tan rutinaria, que cualquier evento que pudiera intervenir inesperadamente, era perfectamente predecible. Así mismo, no había mucho que pensar, había decidido no dejar pasar mucho tiempo, ni hacer el evento muy tardado, ni mucho menos sufrible, había que hacerlo de tajo, porque lo mejor de la vida son las cosas simples, así lo quería hacer. No permitiría que el odio y desprecio lo carcomieran de la manera en que le sucedió a ella, sería como bajar a su pobre nivel, y había demasiada diferencia entre ambos, así que solo sería un acto corto, pero placentero para el alma, porque la venganza, a pesar de que se dice que es un plato que se sirve frío, suele ser muy rico cuando se merece, tal como si fuera un postre.
Así que decidió que el día que sintiera que fuera el correcto, lo haría. No pasó mucho tiempo y ese día se despertó con esa sensación, esa idea, ese sentimiento, esa voz que le dijo "Hoy es el día." Entonces comenzó su día normalmente, para la tarde se fue a su casa, se dio un baño, se vistió, tomó su pistola calibre .45, su chamarra y se subió al auto, se dirigió a la casa de la víctima, llego poco antes que ella, la esperó cerca de 15 minutos, ella llegó tal como se esperaba, realizó la misma rutina de los últimos años, el entró a su casa y ella se sorprendió y se quedó paralizada, con una mirada de terror y un nervio a punto de volverla loca, estuvo a punto del desmayo, se desvaneció en su sala y cayó al piso, pegándose en la orilla de la mesa. Se paró como pudo y se sentó en el sillón, el, sentado frente a ella, la veía con una sonrisa en la cara que superaba cualquier expectativa, soltó una risa maquiavélica que originó en ella unas ganas de llorar que no pudo contener, sin una palabra había logrado que ella de paralizara, desvaneciera, sangrara, llorara y temiera como nunca en su vida. Gozó de tal manera esos momentos, que pensó que era casi suficiente castigo con eso, pero el lado obscuro de su alma y de su mente dominaron y no permitieron que ese fuera el fin, no, esa sed de venganza quería mas. Cuando ella por fin pudo hablar, preguntó "Qué, qué me vas a hacer?", "Qué quieres de mí?", "Qué haces aquí?". Mientras, el sentado en el sillón, se fumaba uno de sus cigarros de la marca del vaquero, con una calma tan impresionante, finalmente le dijo unas palabras. "Nunca entendí porqué te gustaban estos cigarros, y además light, saben a madres." Se quedó atónita ante las palabras que escuchó, era lo que menos esperaba oír. "No me hagas daño, no me mates!" le dijo. "Matarte? Pero si ya estás muerta, al menos por dentro, y desde hace mucho tiempo... no, no te voy a matar, es más, debes sentirte mas viva que nunca en estos momentos, así que, si lo ves por ese lado, te estoy haciendo un favor." Ella seguía llorando, sin poderse mover mucho, pensaba incluso que eso no estaba pasando y que era una pesadilla, se pellizcó. "No, no estás soñando, esto es real, esto es tu peor pesadilla y yo estoy en ella jaja." No supo que decir, lo miró con esos ojos que lo odiaron tanto, que aún lo hacían, pero pedían clemencia... "He cambiado, ya no soy la persona que conociste, ya no te guardo rencor, es mas, ya ni me acuerdo de ti." Le dijo ella, entonces el contestó "No, tu siempre has sido y serás una mesquina envidiosa... una amargada, una resentida, una agria, triste, rencorosa y pobre persona, jamás cambiarás, aún veo en esos ojos esa amargura y resentimiento, aún percibo tu mala vibra, la gente como tu no cambia jamás, así nacen y así mueren, así naciste y así morirás, pero no te preocupes, pronto se acabará." Entonces fue que ella supo que serían los últimos instantes de su vida y comenzó a rogar por ella. "No me mates, no quiero morir, quiero cambiar, quiero arreglar las cosas, quiero enmendar el daño que he causado, quiero ser una persona de bien y así cuando llegue el momento, irme en paz, por favor, dame esa oportunidad, por favor!" El comenzó a reír mientras la veía arrastrada en la alfombra, mientras observaba esa mirada de súplica, esas lágrimas recorrer su cara, sus manos y su cuerpo temblar."No, la verdad es que no te creo, es mas, no me importa, aunque fuera verdad, no me importa, no me interesa." Tomó la pistola de la mesa a lado del sillón, cortó cartucho y la miró de nuevo. "Tienes tantos enemigos que no sabrán quien fue, has generado y contagiado tanto odio que podría ser cualquiera, menos yo, así que como ya me diste mucha hueva, el único favor que te haré en vida, será terminar con tu miseria, porque el mundo merece ser un lugar mejor, y te diré algo que quería decirte desde hace mucho tiempo y me había guardado... chinga tu madre, y por ahí me la saludas." Y entonces le disparó.
Ella iba a decirle algo, pero el balazo no la dejó, parte de sus sesos volaron por los aires y cayeron en la alfombra, en la mesa y en el sillón, algo de sangre fue a dar a la pared. Lucía patética ahí tirada, con media cabeza volada y aún con lágrimas en lo que quedaba de su rostro. El se dio la media vuelta y se marchó, para continuar con su vida como debía ser, pero con un peso menos y con una satisfacción y alegría que había esperado desde hace tiempo. Jamás supo que pasó después y al poco tiempo, se olvidó.